jueves, 23 de septiembre de 2010

La Consejería de Educación emprenderá, a partir de 2011, un Plan de Formación y Participación de las Familias en la Educación (2011-2015), que recoge más de 60 medidas y cuenta con un presupuesto anual de casi 800.000 euros, según ha explicado la consejera de Educación, Eva María Pérez.



La titular de Educación, que ha presentado hoy en Mérida este plan junto a los presidentes de FREAPA-CP, Joaquina López, y de CONCAPA, Rafael Ramos, ha destacado la importancia de “dinamizar la participación de las familias en la educación”, en especial de aquéllas que no lo hacen, de manera que “asuman su responsabilidad en el proceso educativo de sus hijos”.

Algunos de los objetivos de este plan se contemplan en la nueva Ley de Educación de Extremadura (LEEX) pero “no se ha querido esperar a su aprobación”, ha dicho la consejera, para comenzar a actuar en este sentido.

Así, entre las medidas del Plan, se encuentran actividades formativas para padres y madres, en áreas como la educación para el consumo, las tecnologías de la comunicación y de la información y el uso correcto de Internet, los hábitos de vida saludable y el ejercicio físico, la prevención de la drogodependencia o la ayuda a los hijos en el desarrollo de las tareas escolares. Esta formación servirá para que los padres, ha explicado la consejera, puedan “mejorar el seguimiento en el proceso educativo de sus hijos”.

El Plan también contempla la creación de comunidades virtuales para que las familias puedan compartir experiencias, dudas o proyectos en torno a la educación de sus hijos, y de equipos de atención a familias, a través de los cuales se les ofrecerá información, orientación y asesoramiento.

Otra de las medidas del Plan radica en la constitución, por parte de padres y madres de alumnos, de delegados del grupo-clase, que servirá para que se impliquen en la realidad de ese grupo y del centro.

Asimismo, este plan recoge la importancia del acceso de las familias a las nuevas tecnologías de los centros educativos, además de la necesaria formación de las familias y de los alumnos en la mediación y resolución de conflictos, sin olvidar, el “programa de centros abiertos”, que permitirá la optimización de los centros educativos y de sus recursos, al finalizar la clases, para el uso de las familias y de la población en general.

Según ha manifestado Eva María Pérez, respecto a la participación y la implicación de las familias en la educación de sus hijos, “se han sentado las bases y se ha avanzado pero aún queda mucho camino por recorrer”. Así por ejemplo, ha citado los protocolos de compromiso de las familias que desde 2007 se han puesto en marcha junto con FREAPA y CONCAPA para que las familias asuman sus responsabilidades y deberes en la vida de los centros y en el proceso educativo de los hijos; un participación que, ha asegurado la consejera, tiene que extenderse fuera del ámbito escolar y más allá de las actividades de ocio.

Otras actuaciones, ya en marcha, que abogan por una implicación de los padres en la educación de los hijos son, ha citado la consejera, el programa “Leer en familia” o la campaña encabezada bajo el lema “La educación lo es todo y es entre todo”, que la consejería inició hace unos meses.

Por su parte, Joaquina López, presidenta de la Federación Regional Extremeña de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos/as de Centros Públicos (FREAPA-CP), ha señalado a las familias como “actores de primer orden” en la realidad educativa de los hijos, no sólo de padres y madres, sino también de los abuelos. Para López, el éxito educativo está relacionado directamente con la formación y con la implicación de los padres.

El presidente de la Confederación Católica de Padres de Alumnos y Padres de Familia de Extremadura (CONCAPA), Rafael Ramos, ha asegurado que desde su organización se ha venido trabajando en pro de lograr una mayor participación de los padres en la educación, a través, por ejemplo, de los consejos escolares.
 

martes, 21 de septiembre de 2010

Sobrealimentación y Mala Alimentacion

Una alimentación sana implica una mejor calidad de vida, por eso siempre es importante saber cómo debemos comer para garantizar nuestra salud. Es fundamental saber transmitir una correcta cultura nutricional en la infancia, ya que durante la misma se definen aspectos físicos y psicológicos determinantes. La función del pediatra, por tanto, puede ser un protagonista de influencia decisiva.

Asturias | Julio 2010 | Venancio Martínez Suárez. Pediatra. Presidente de la Asociación Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria  (SEPEAP)

UNIVERSO UP (Univesidad de Padres online). Julio 2010

En nuestro país se ha puesto claramente de manifiesto en los últimos años la contraposición entre las formas de alimentación “globales” y de homogeneización de la dieta con los modos de comer tradicionales. Entre los factores que favorecen la pérdida de estas formas de alimentarse tradicionales se han citado la desaparición paulatina de la familia extendida (de convivencia con los abuelos) y la desorganización de las comidas como acto de convivencia y relación familiar: breves, muchas veces mientras los niños y sus padres realizan otras actividades –como ver la televisión o trabajar en el ordenador-. El modelo cultural y poderosas estrategias comerciales favorecen también el consumo dietas precocinadas, de alimentos comerciales envasados, procesados y de preparación rápida, lo que se ha ido imponiendo como un símbolo de modernidad que explica en gran medida el aumento progresivo de su difusión. Sabemos, por ejemplo, que el consumo precoz de “fast-food” por parte de los niños marca el consumo posterior de estos alimentos, determinado sus preferencias gustativas, lo que pudiera justificar una regulación del consumo de estos productos y sugiere la importancia de un condicionamiento desde edades tempranas como modo de mejorar las conductas alimentarias.
Piramide nutricionalEn este contexto, la educación nutricional debe tenerse como la manera más directa y racional de abordar las graves consecuencias de esa cultura alimentaria que se va generalizando en nuestro medio. La comunidad y cada persona que la constituye serán, respectivamente, nuestros objetivos de cambio en los estilos de vida y en los hábitos de vida. Educar desde los primeros meses modificando los hábitos nutricionales inadecuados presentes en el ámbito familiar es apuntar hacia el cambio social y cultural necesario para mejorar la salud y la calidad de vida de toda la población. Así entendida, la educación nutricional sería la parte de la nutrición que orienta sus recursos hacia el aprendizaje, adecuación y aceptación de unos hábitos alimentarios saludables, apoyándose en conocimientos científicos y que tiene como objetivo la promoción de la salud del individuo y de la comunidad. Es fácil entender que el marco natural para su desarrollo es la familia, el medio escolar y el sistema de atención primaria. Y dentro de este marco, el pediatra general debe ocupar un lugar destacado.
Los programas de intervención debieran tener como punto fundamental de su éxito la consistencia de los cambios producidos (duración en el tiempo y modificación de las creencias) y la organización alcanzada en la comunidad. Tienen que llevarse a cabo en el medio en que las personas se desenvuelven y realizan su vida –familia, colegio y comunidad-; deben realizarse sobre la base de métodos participativos, dado el limitado efecto de las acciones sobre hábitos de vida cuando la comunicación se desarrolla en una sola dirección; y sus mensajes tendrían que ser ofrecidos en términos que puedan ser interpretados con facilidad, basándose en las expectativas, deseos y necesidades de la población a que van dirigidos.
Para alcanzar los objetivos nutricionales en el ámbito comunitario es necesario traducir los objetivos formulados en términos científicos a un lenguaje fácil de comprender por la población. Estos objetivos se expresan como ingesta de alimentos en las “guías dietéticas”, que de una manera práctica y ofreciendo la posibilidad de elección entre alternativas intercambiables permitan alcanzar estas metas. Las guías dietéticas deben confeccionarse considerando la disponibilidad de alimentos, así como los factores socioculturales y económicos de la población a la que están dirigidas. Estarán pensadas para alcanzar a un colectivo amplio, bien sea la población general o, cuando son diseñadas de manera especial con este objetivo, a colectivos vulnerables o de alto riesgo.
Habitos saludablesLos niños han ser los agentes principales de estas intervenciones, siendo parte del éxito el hacerles sentirse responsables de su propia salud y comprometidos con la utilización de los recursos que se les ofrecen. En cualquier caso, que los padres asuman su responsabilidad principal en la educación del niño es clave para toda intervención eficaz. Por tanto, la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas con la nutrición debiera iniciarse de forma integrada en el ámbito familiar desde edades tempranas. Sabemos que existen unas formas de alimentarse mejores que otras; y este mensaje debe de llegar ya claramente a los padres en la consulta prenatal y debe ser reforzado en los primeros años de vida del niño.
Evidentemente, el pediatra no podrá eliminar las influencias negativas de los factores macroambientales (publicidad engañosa, política de transportes, intereses de la industria alimentaria) pero podrá modificar y contrarrestar sus efectos a través de una acción educadora de carácter general, centrada en la familia y a partir de ella dirigida al sistema educativo, social y político. El pediatra de Atención Primaria, por tanto, puede ser un protagonista de influencia decisiva; de su actitud hacia los problemas modificables mediante educación nutricional va a depender en mayor medida que de otros factores el conocimiento, el aprendizaje y la importancia dada por cada familia a la alimentación de sus hijos.

viernes, 17 de septiembre de 2010

image

Vuelta al cole: es el momento de poner normas para evitar los suspensos


Después de un verano ocioso, los escolares vuelven a clase y hay que cambiar unos hábitos que les han llevado a pasar buena parte del verano enganchados al ordenador y al resto de los dispositivos a su alcance. El  número de internautas españoles asciende a 21 millones de personas. Y las viviendas con acceso a Internet suponen el  54,0% de los hogares españoles, lo que en números absolutos supone 8,3 millones.
Según Juan Romero, fundador de Adicciones Digitales, “el problema que ahora se nos plantea es conseguir que nuestros hijos vuelvan a los hábitos de trabajo y estudio, algo que han dejado de lado durante el verano. En la mayoría de las ocasiones han pasado el tiempo pegados a la Play, Wii, ordenador y cualquier aparato electrónico que se nos ocurra. Ahora llega el momento de volver a la cruda realidad”.
Adicciones Digitales es una organización que imparte charlas, conferencias y organiza seminarios dirigidos a adolescentes, jóvenes, padres, profesores y profesionales en general con el fin de mostrarles cómo hacer un uso saludable de la tecnología. Realiza sus actividades en colegios, universidades, centros sociales y empresas, tanto en la Península como en las islas y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
Desde hace algunos años, la mayoría de los escolares tiene que utilizar el ordenador para estudiar y hacer los deberes en casa, por lo que en muchos casos es imposible ejercer el adecuado control sobre el uso que hacen de estos aparatos. Podemos estar pensando que están estudiando y quizá estén chateando o jugando. “Y esto tendrá sus repercusiones dentro de un par de meses, cuando lleguen las notas de la primera evaluación”, señala Romero.
No podemos olvidar que la proporción de uso de tecnologías de información por la población infantil es, en general, muy elevada. El uso del ordenador entre los menores es prácticamente universal (94,5%) mientras que el 85,1% utiliza Internet. Son datos de la última encuesta publicada sobre equipamiento y uso de tecnologías de la información y comunicación en los hogares, del Instituto Nacional de Estadística, correspondiente a 2009.
Este uso generalizado y cada vez mayor de la tecnología puede plantearnos algunos problemas. Por eso es importante poner algunos medios que nos permitan evitar esas situaciones indeseadas, como la llamada Regla de Oro de Adicciones Digitales. Romero explica que “esta regla consiste en evitar siempre, absolutamente siempre, que el ordenador esté en la habitación de un adolescente. Debe estar continuamente en la sala de estar o en una zona común de la casa, para que los chavales no consideren que se trata de una propiedad privada, sino de un bien común del que deben hacer un uso adecuado”.
Aunque esta no es la solución definitiva, pero sí un primer paso, porque se utilizan más aparatos además del ordenador. Los principales equipos que se usan en las viviendas para conectarse a Internet son el ordenador de sobremesa (el 76,2% de las viviendas), el portátil (50,8%) y el teléfono móvil (11,3%), aunque aumentan los accesos mediante otro tipo de dispositivo (agendas electrónicas, PDA, televisión o videoconsola). Entre ellos, cabe destacar el incremento de la conexión por videoconsola, que pasa del 3,9% en 2008 al 7,3% en 2009.
Las comunidades autónomas con mayor porcentaje de viviendas con acceso a Internet son  Comunidad de Madrid (64,3%) y Cataluña (62,7%). Además, País Vasco, Comunidad Foral de Navarra, Islas Baleares, Cantabria, Principado de Asturias, Canarias y Aragón tienen una tasa superior a la media (del 54,0%).
Hay que tener en cuenta que en España de un total de 15.300.000 viviendas, el 66,3% tiene algún tipo de ordenador, el 54% disponen de acceso a la Red y el 51,3% dispone de banda ancha.
Con estos datos nos damos cuenta que no solo es importante tener el ordenador en un lugar común de la casa, sino poner unos límites  a la hora de su uso, e intentar asegurarnos de que se está utilizando sensatamente. Muchos adolescentes pasan toda la tarde solos en casa porque ambos padres trabajan, y si ellos mismos no son conscientes de la necesidad de hacer un uso adecuado de esta tecnología lo vamos a notar con los suspensos que empezarán a llegar en unos meses y seguirán llegando durante todo el curso.
Eso por no hablar de otros problemas de seguridad para nuestros hijos y la familia en general, cuando pasan buena parte de la tarde chateando y facilitan datos a personas a las que creen conocer y que quizá no conozcan suficientemente.
“Cuando les damos una charla en los colegios, tanto a los adolescentes como a sus padres, detectamos que las cuestiones de seguridad ni se las plantean. Los chavales, porque se creen que lo saben todo y los padres, porque no entienden de informática y todo esto les supera ampliamente. A ambos hay que educarles para que la tecnología sea un amigo de la familia y no un problema que pueda llegar a convertirse en tragedia”, concluye Romero.

jueves, 2 de septiembre de 2010

image

Los padres de la escuela pública reclaman 175 días efectivos de clase

A las puertas del nuevo curso escolar, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) ha reclamado que los estudiantes reciban al menos 875 horas de clases al año, equivalentes a 175 días lectivos efectivos.

Según fuentes de esta organización, todas las comunidades autónomas cumplen con el mínimo de 175 jornadas escolares que establece la Ley Orgánica de Educación para las enseñanzas obligatorias (primaria y ESO).
Noticias EFE
Sin embargo, dice a Efe un portavoz de CEAPA, esa cantidad sería menor en ESO, además de en primero de Bachillerato si se descuentan los seis días que se dedican a las pruebas ordinarias o extraordinarias en junio y septiembre.
"Además, en el primer día de clase, que es considerado lectivo, por lo general los alumnos sólo acuden al centro a presentarse, y no hay ningún tipo de actividad", explican las fuentes.
Por ello, esta organización demanda que los centros impartan, de "manera real y efectiva", al menos 875 horas lectivas por año académico, resultado de multiplicar 175 días por cinco horas cada uno de ellos.
En segundo de Bachillerato puede ocurrir algo parecido, ya que los exámenes finales se convocan entre últimos de mayo y primeros de junio para que pueda tramitarse con tiempo suficiente la presentación a la selectividad de los alumnos aprobados.
Primaria sí cumple las fechas de inicio y final de curso, aseguran en CEAPA.
La organización plantea que a la hora de fijar el calendario y la jornada escolar debe primar el interés pedagógico del niño frente a cualquier otro tipo de consideraciones.
Así, pide una racionalización de los tiempos escolares, lo que que supone modificar el calendario escolar para que el curso finalice la última semana de junio y comience la primera de septiembre.
"Un periodo vacacional veraniego excesivamente largo provoca que los alumnos pierdan la continuidad en la adquisición de conocimientos y hábitos", argumenta el mismo portavoz.
Desligar el calendario escolar de las festividades religiosas es otra de sus demandas:
"La situación de estas festividades en el calendario escolar provoca que no haya proporcionalidad entre los trimestres, unos con muchos días lectivos y otros con pocos".