martes, 13 de octubre de 2009

Ángel Gabilondo: "La autoridad del profesor se gana en las aulas"

Ángel Gabilondo, ministro de Educación, se enfrenta al reto de lograr un pacto de Estado sobre educación y negociar con el Govern de la Generalitat las dudas competenciales sobre la ley catalana (LEC)  |  "Hemos creído que querer a los chavales era no exigir mucho y darles de todo", opina   |  "Tengo una idea más abierta sobre el horario de las materias", sostiene sobre la tercera hora de castellano
Estos días ha presentado a los grupos parlamentarios un texto muy general sobre el acuerdo educativo. ¿No corren el riesgo de cerrar un pacto sin grandes concreciones?
No pasará, porque el modelo que tenemos de pacto no es una declaración de principios ni un manifiesto por la educación. Ahora estamos señalando el campo de juego, de qué tenemos que hablar y qué queremos preservar, como la universalización de la enseñanza. Tenemos que identificar los siete u ocho puntos nodales que hay que abordar para que la educación mejore.

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Ángel Gabilondo, ministro de Educación /   DANI DUCH
S. QUADRADO / A. RODRÍGUEZ DE PAZ | Madrid | 11/10/2009. La Vanguadia

¿A qué tiene que renunciar el PP para llegar a ese pacto?
Más bien plantearía qué puede ganar con ese pacto. Si un partido tiene voluntad y expectativas de gobierno, un pacto por la educación puede darle mucha proyección, porque es algo que reclama la sociedad. Todos tenemos que renunciar a hacer bandera política de algunos conceptos. Por ejemplo, estoy en contra de un discurso que considera la equidad patrimonio de unos partidos, o el esfuerzo, propiedad de otras formaciones. Eso sí, debemos garantizar la calidad y la equidad.

¿Un acuerdo sin el PP es un pacto inútil?
La LOE fue un acuerdo sin el PP.

Pero ¿sería inútil?
Los acuerdos nunca son inútiles, aunque perderíamos uno de los objetivos fundamentales, que es la estabilidad normativa.

¿Cambiará la LOE?

Hay que tener juego de cintura y flexibilidad. Para mi gusto, las leyes de educación son demasiado largas. Pero no voy a hacer otra: la decimotercera no será la que yo proponga. Ahora, cambios normativos sí que podemos hacer. 

¿Se ha relajado la disciplina estos años?
Hemos entendido el afecto de una manera mejorable. Nos hemos creído que querer a los chavales era no exigirles mucho, darles todo lo que querían, sin mostrar lo que eso valía. También es comprensible, porque venimos de modelos autoritarios. Ahora empezamos a tener dudas de que querer consista en dar todo, sin más, y de cualquier manera.

¿Cree que hay una pérdida de valores en la juventud?
Se ha dado una pérdida de valores que no tiene que ver exactamente ni exclusivamente en la juventud. También podemos mirar cuáles son los nuestros (los de los adultos), y cuestionar en nuestro entorno si no hay un cierto despiste en la escala de valores. Transmitimos valores también que son muy contagiosos. Si vivimos por la riqueza, el poder, los honores, pensando que puedes pasar por encima de los demás a cualquier precio, los chavales también lo ven. No quiero justificar a quien hace las cosas mal, pero no creo que la juventud sea peor que la sociedad en la que vivimos. Todos debemos mejorar.

¿Es necesario dar autoridad jurídica al profesor?
En esto tengo más dudas. Lo interesante es que dentro del pacto debatamos qué hay que hacer. Está claro que debemos apoyar al profesorado, mediante un mayor reconocimiento social, pero también hay que proporcionarle medios y un estatuto del docente. Desde luego, con la formación y el trabajo bien hecho es como se revaloriza esa figura. Además, a mayor comunicación y participación, menos problemas de autoridad. Yo me pregunto por qué con la misma ley, en el mismo colegio, en el mismo año y en el mismo día, el profesor de nueve a diez no tiene ningún problema y el de diez a once sí. La autoridad moral es algo muy complejo que no siempre se soluciona con una ley, sino en las aulas. Tiene que ver con la credibilidad, el respeto que uno merece y el conocimiento, cómo trata a los demás, y también qué actitud tiene ante ellos y de qué forma organiza la clase.

¿Y si prohibimos el tuteo y devolvemos la tarima al aula?
Nos hemos de tratar todos con mucho respeto, en ambas direcciones. Si alguien estima que le ayuda a ser más respetado y más querido, que haga lo que considera que es mejor. En general, no creo que esta sea la solución.

¿Qué le parece la LEC?
Tiene muchos elementos positivos. Primero, que el Parlament haga de la educación un elemento vertebral y decisivo. Es muy importante también porque se habla de la autonomía de los centros, de la importancia de la comunidad educativa, se añade un compromiso económico. Y, sobre todo, se trabaja por un consenso con perspectiva de gobierno. En este sentido, Catalunya es un ejemplo: nos ha enseñado que partidos con distintas visiones, cuando se lo proponen, pueden llegar a buenos resultados. Hay un modelo y un modo de hacer al que hemos estado atentos.

Sin embargo, el Gobierno cuestiona aspectos de la LEC.
Hay debate sobre cómo pueden interpretarse dos aspectos de la ley catalana… Cuando hay una norma autonómica, se ponen en marcha, con toda naturalidad institucional, procedimientos para analizarla. Se ha hecho una valoración y Política Territorial lo ha enviado a Catalunya.

¿Habrá recurso de inconstitucionalidad?
No queremos hacer ningún recurso. No sé qué pasará al final, pero frente a distintas interpretaciones, apostamos por un procedimiento de conciliación antes que cualquier recurso. No es nuestro estilo ni lo que buscamos. Somos partidarios de la conciliación, un procedimiento de normalidad institucional que es la que queremos con Catalunya y que es la que se merece Catalunya: que nos sentemos y hablemos para ver cómo conseguimos interpretarlo.

¿Se impartirá la tercera hora de castellano en Catalunya el próximo curso?
No lo sé. Si se toma la autonomía a los centros que propone la LEC, lo que pasará es que cada colegio se organizará según sus necesidades porque depende hasta de la situación geográfica del colegio. Frente a criterios cerrados y uniformes sobre qué horas hacen falta de cada materia, yo tengo una idea más abierta. Lo que me importa es garantizar la Constitución: el derecho a usar el castellano y el deber de conocerlo. Tras años de inmersión lingüística y el catalán como lengua vehicular en la escuela, los resultados indican que se aprende castellano y catalán con toda naturalidad. Como tengo una idea multicultural y multilingüística, espero que vayamos a una sociedad donde las lenguas sean más un elemento de conciliación y apertura que de confrontación. Trabajaré para que los estudiantes en Catalunya sean multilingües.

La tasa de abandono escolar preocupa. ¿Qué les diría a los alumnos que piensan en acabar la ESO y dejar de estudiar?
Cuanta más formación, mejor resultados en la inserción laboral y la empleabilidad. Los que no han hecho la enseñanza obligatoria tienen un 25% de paro frente al 9% de los universitarios. La formación es garantía de empleo y de realización personal. El abandono prematuro tiene que ver con un sistema demasiado rígido, que necesita más flexibilidad.

¿En qué sentido?
Falta transversalidad, flexibilidad e interconexión entre el sistema. No puede ser que si a alguien le va mal, choque contra una pared y no pueda ni salir ni girar a la derecha ni a la izquierda. La FP ha de relacionarse con la formación universitaria, por ejemplo. Los políticos hablan de la FP como la salvación, pero no contribuyen a quitarle su estigma. En España mucha gente ha ido a la universidad, muchos más de lo que parece razonable. Se ha ido a la universidad por convicción, por vocación y también porque sus padres no han podido hacerlo. Era una conquista social, que ya se ha serenado. Es necesario vincular la FP a otros entornos, deberíamos pensar en implantar centros de FP en los campus universitarios como ocurre en Alemania. Hay que vincular más la formación, la investigación y la producción, incluso físicamente. La FP no puede ser algo exento, fuera de la realidad del sistema.

Cuando llegó al cargo, dijo que el gasto en educación era primordial, pero en estos presupuestos no hay un gran aumento, mientras que cae en I+D.
El modelo de país que queremos se juega en educación e investigación. Espero que haya una gran apuesta de todos, desde los presupuestos generales del Estado hasta el resto de las instituciones sociales, políticas, administrativas y empresariales. Estamos en tiempos muy difíciles; comprendo y apoyo que haya prioridades sociales porque mucha gente está en el paro. El presupuesto de educación sube, poco, pero sube, con prioridades como la política de becas y el campus de excelencia. Además, hablo de investigación porque el 60% proviene de las universidades. El programa nacional o lo que tiene que ver con los becarios y los grupos de investigación están garantizados, como ha explicado la ministra de Ciencia, Cristina Garmendia. Y los presupuestos no están cerrados, falta el debate parlamentario.

¿Qué responde a los rectores que hablan de asfixia financiera en la universidad?
Podría decirles que está transferido y se dirijan a la consejería correspondiente. Siento con pesar que nos haya coincidido este proceso de modernización y transformación del sistema universitario con la crisis económica. No se ha hecho a coste cero, pero sí ha supuesto un gran esfuerzo de las universidades, ya que la LOE tenía una memoria económica de 2.521 millones de euros y, sin embargo, la ley de Universidades (LOU) no la ha tenido. Las comunidades autónomas y el Gobierno deben entender que la formación superior es una prioridad política. Estamos estudiando un modelo de financiación del sistema universitario español. Nuestra idea es hacer una propuesta para final de año, que debemos negociar con las autonomías y las universidades. En general, tiene que haber un esfuerzo de financiación.

En dos años, universidades ha pasado de Educación a Ciencia, y de nuevo a Educación. ¿No es contraproducente?
Las universidades están siempre en el mismo sitio, lo que movemos es su gestión y organización. Es cierto que produjo un desconcierto, que se cura con coordinación permanente y relación permanente entre los ministerios de Educación y Ciencia.

¿Cree que el movimiento anti-Bolonia ha tenido que ver con mayores dificultades para trabajar y estudiar a la vez?
Hay un millón y medio de estudiantes. Protestaron unos, otros no. No me importa que fueran pocos o muchos, me importan sus razones. Si había una inquietud sobre la dimensión social de la educación, que haya igualdad efectiva de oportunidades, se combate procurando becas.
Pero el fondo para las becas es insuficiente.
Ha aumentado en 50 millones de euros. Queremos que las nuevas becas salario se vayan incrementando para apuntar al salario mínimo interprofesional.

¿El movimiento anti-Bolonia está extinguido?
No lo sé. El proceso está en marcha con mucha naturalidad. Es un movimiento complejo con mezcla de posiciones… Puedo asegurar que hoy hay normalidad absoluta en la universidad.

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