jueves, 4 de febrero de 2010

La comodidad de los jóvenes


No es de extrañar que nuestros jóvenes sean tan cómodos. De niños eran protagonistas en sus hogares, sus deseos eran órdenes y papá y mamá estaban a su disposición siempre. ¡Una trampa mortal!
Los niños criados sin límites y regidos únicamente por el principio del placer instantáneo crecieron y siguen igual de inmaduros, con dificultades para comprometerse y, sobre todo, muy acomodados psicológicamente como hijos de papi y mami.
Los papás tienen que tomar cartas en el asunto ya. Un niño se puede malcriar desde los tres meses. A los dos años vive su primera adolescencia, es decir, la primera búsqueda de identidad. Quiere hacer todo solo, pero no puede y, entonces, viene la primera lucha de poderes.
En ese momento el papá debe evitar pelear y establecer su autoridad y su guía. Así, deben ignorar pataletas y reforzar conductas adecuadas.
Queremos que nuestros niños tengan infancia, superen esta etapa y entren a una adultez sana y productiva.
Hoy vemos niños 'adultificados' y adultos 'aniñados'. Ni lo uno ni lo otro es lo correcto. El menor, cada día que pasa, se vuelve más exigente y déspota, asume una posición de poder y autoridad sin tener los méritos ni la edad.
Los papás confunden esto con precocidad y se sienten orgullosos del hijo tan inteligente que tienen. Es, más bien, un hijo 'igualado' a sus padres, es poderoso y sabe cómo manipular para que las cosas le salgan como quiere.
Al volverse tan pequeñas las familias, es muy fácil sobreproteger y sobredimensionar a un hijo. Con uno o dos hijos, la posibilidad de que se conviertan en reyezuelos y vedettes es alta. Por eso, es importante que vayan a la guardería temprano, para que aprendan a compartir, esperar y vivir con otros.
Cuando los padres trabajan, el niño debe estar con otros niños, los cuales reemplazan a la antigua familia extendida -llámese primos o hermanos-. Los padres, a su vez, deben ser fuertes, ejerciendo disciplina amorosa que ponga límites y para que cada quien entienda su rol.
Hoy, muchos de esos niños son ya profesionales que no aportan mucho en casa y tampoco tienen compromiso y perseverancia en el trabajo. Son una nueva especie que sabe mucho sobre tecnología, son rápidos, pero solo hacen lo que quieren. Su reinado sigue vigente, por lo menos en la mente de ellos.
¡Papás, a ponerse las pilas y dejar de consentir en exceso a sus hijos!. Tienen que aprender a vivir en este mundo y, para hacerlo, tendrán que pasar por etapas necesarias de frustración. La tolerancia a la frustración es una destreza que los ayudará a vencer obstáculos y a obtener bienestar.

OPINIÓN ANNIE DE ACEVEDO (Psicóloga)

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